jueves, 15 de marzo de 2012

Avenida del saber, si no contesto pasen sin llamar.

No hace mucho tiempo, paseando por la avenida Alfonso X, mal conocida como tontódromo, en el momento en que el día y la noche parecen solaparse y recordarle esta última que aún le quedan gotas de frío; para hacernos estremecer.
Me fijo como por arte de magia; como quien despierta de un letargo, en la hermosura de esta avenida; franqueada por imponentes árboles, que parecen tocarse entre ellos si elevas la vista; la singular calle Bartolomé Pérez Casas, donde uno puede perderse entre amigos para disfrutar de una cerveza o tomar un café en sus terrazas; salpicada y custodiada por bellísimos edificios, que guardan en su interior un poco de la historia de Murcia; es principio y final de la calle Trapería; es vecina de nuestro nuevo Romea, pero si a todo esto le añadimos la feria del libro su hermosura se multiplica. Todos esos mundos encerrados en pequeños pedazos de papel esperando que alguien se acerque a ellos para poder deleitarnos cuantas veces queramos.



Bajo la atenta mirada del Rey Sabio, la gente; ignorando o admirando su presencia transcurren por sus aceras ajenas a su esencia, porque yo era una de esas personas que ignoraban su presencia quiero dejar por escrito que este rey que se enamoró de Murcia; así fue pues dejó su corazón con nosotros. Tiene que ser mayor ejemplo para todos, que vemos la belleza en otras ciudades y no sabemos apreciar lo que tenemos, quizás por eso; por pensar que somos una ciudad pequeña, y no merecemos más, por eso somos lo que somos. Pero yo me siento orgulloso de ser de Murcia, es más me siento afortunado por haber nacido aquí, pero muchísimo más de aprender lo que desconocía.

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